Nació en la apartada campiña del norte de Escocia, donde estudió Informática en la universidad y trabajó como diseñador gráfico. Apenas recuerda la primera vez que sintió fascinación por Chernóbil. Ya de niño llegaban a sus oídos pequeños fragmentos de historias sobre aquella ciudad fantasma tras un accidente nuclear. Ni siquiera sabía qué era un accidente nuclear, pero sonaba a ciencia ficción. Sin embargo, no era el accidente lo que llamaba su atención, sino la existencia de una ciudad real, tangible, que permanecía desierta en algún lugar del mundo. Se preguntaba cómo sería caminar por un lugar así, familiar y vacío, e imaginar cómo era antes de que la tragedia azotara.   Los años pasaron, creció y lo olvidó. Hasta llegar a la universidad, donde encontró una colección de fotografías de la zona de exclusión de Chernóbil. Después vino Fukushima y Andrew empezó a buscar en la red imágenes del reciente desastre. La casualidad hizo que se topara con el anuncio de un viaje programado a Prípiat, a la zona de exclusión, y que encontrara una plaza de última hora.   Con 26 años, Andrew se unió a la expedición que le permitió acabar escribiendo este libro preciso y revelador sobre lo ocurrido el 26 de abril de 1986.